Traducir

martes, 29 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 23


¡Holaaa!
El capítulo 22 está en la entrada anterior, que lo puse entre semana, fue un EXTRA jaja
Espero que os guste :D



-Vamos, no seas nenaza. ¿Qué haces vomitando?- grita desde el vestuario.
No puedo responderle, sino seguro que le suelto alguna palabra malsonante. Pero no puedo, siento mi garganta desgarrándose. Me lo tengo merecido.
-Venga, que voy a llegar tarde por tu culpa- insiste abriendo la puerta.
Le aparto y voy a limpiarme la boca. Dios, qué asco… Me como un chicle para hacer desaparecer este mal sabor que tengo.
-¡Qué asco tío!- y sigue… ¿Es que no se puede callar ya? No quiero hablar más del tema.
-Bueno, vale ya, ¿no? No hace falta que me lo restriegues tantas veces- digo fuera de sí.
-Está bien, ya me callo, pero ¿qué vas a hacer ahora? Sé que no eres como yo, por eso te lo digo.
-No tengo ni idea- susurro.

La noche anterior, en un pub del centro (Darío)
Andrea y yo entramos. Son las doce y media de la noche. El local está medio lleno y la música que hay de fondo en inglés no me desagrada.
-No está mal, ¿verdad?- dice sentándose en un taburete de la barra.
-No, no está nada mal- digo poniéndome a su lado. Los dos pedimos lo mismo.
Un grupo de chicas bailan en el centro de la pista, tendrán mi edad más o menos. Ríen y mueven sus caderas como si estuviesen posando para alguien. Se lanzan miradas cómplices entre ellas cuando un chico moreno pasa por su lado, mientras él suelta un par de piropos descarados a las chicas que tiene más cerca.
-¿A quiénes miras?- dice intrigado.
Le señalo las chicas con la cabeza y sonríe travieso. Yo las vuelvo a mirar, no están nada mal. Le doy un trago a mi vaso de tubo, y otro más. Hay una chica que me llama más la atención de entre el grupo de chicas. Una chica de pelo castaño que se mueve al ritmo de la música. Lleva una minifalda negra y una camiseta azul claro de tirantes finos. Unos tacones hacen que sus piernas se estilicen aún más y embellece sus curvas.
-Ahora vengo- dice levantándose y dirigiéndose a donde ellas están.
Las chicas le miran sorprendidas y sonríen, luego miran en mi dirección. No sé qué decir, así que me limito a saludar con la mano. Andrea me hace una señal con el dedo para que vaya donde está él.
-Qué casualidad verte de nuevo- dice la chica castaña del top azul.
Cuando la miro me acuerdo de ella y sonrío. Le doy dos besos y me dedica una sonrisa impresionante.
-Bailemos- dice arrastrándome hacia ella.
-Yo no…- no me deja acabar la frase, aún así, no ofrezco resistencia alguna.
Me agarra las manos con dulzura y se coloca de espaldas a mí, obligando a que la abrace por detrás. Nuestras manos están enlazadas sobre su estómago. Me dejo llevar por la música, moviendo la cadera, ahora pegada a la suya, al ritmo de la música. Así unos minutos, luego se da la vuelta y me mira fijamente a los ojos. Yo no aparto la mirada, dejo que esos ojos azules se apoderen de mí, pero es sólo unos segundos, luego deja de mirarme y cierra las ojos. Baila de forma sensual delante de mí y sonrío. Es preciosa. No es la chica más bonita del mundo, pero tiene algo, su puntito dulce, sexy. No puedo dejar de mirarla, tiene un imán que me obliga a fijar mis ojos en su rostro. Abre los ojos de golpe y me sonríe tímidamente a la vez que se enrosca un mechón de su pelo castaño. Mi cuerpo quiere irse con ella pero mi cabeza me pide paciencia, tranquilidad, algo que no tengo ahora mismo. Ella se acerca, insinuante. Enlaza sus dedos con los míos de nuevo y me obliga a acercarme más y más, hasta que nuestros cuerpos se rozan. Sus ojos color cielo se clavan en los míos, fijos, sin piedad.
Andrea viene y me ofrece un cubata. Lo acepto y le doy un trago, después de que ella también beba un poco. Luego se lo vuelvo a entregar a Andrea.
Me acerco de nuevo a ella y le doy una vuelta. Ella ríe y acaba agarrada al cuello de mi camisa negra. Su mirada penetrante está a escasos centímetros de mi boca. Es una gran tentación tenerla tan cerca y me pone nervioso. Se muerde el labio inferior, esperando un beso. Es lo que quiero hacer ahora mismo, pero prefiero hacerme de rogar.  Le doy una vuelta más y le pido de nuevo el vaso a Andrea. Bebo un poco más, dejando sólo el fondo de éste. Necesitaba beber un poco, estaba demasiado tenso con esta situación. Siento ardor en mi garganta y mucho calor. Andrea me mira y sonríe, viendo la curiosa escena entre la chica castaña y yo. Vuelvo a mirarla, que ahora sigue bailando, pero no me quita ojo. Siento un cosquilleo en el estómago, ¿esto no era cosa de chicas? Parecía tímida, pero las apariencias engañan. Rodeo su cintura con mis brazos y la atraigo hacia mí. Ella pasa sus manos por mis hombros, hasta rodear completamente mi cuello. Noto sus dedos sobre mi piel, provocando un escalofrío. Se acerca poco a poco hasta estar justo delante mí. Me mira con esos ojos azules increíbles y me da un beso rápido en los labios que no me da tiempo a saborear. Mi cuerpo me pide más. Me dejo llevar, intentando juntar de nuevo sus labios con los míos, pero ella me frena, echando la cabeza hacia atrás y colocando su dedo índice sobre mis labios. ¿Qué pasa ahora? ¿Se quiere hacer de rogar ella? Me sonríe traviesa, sabiendo que ahora me está costando contenerme. Aún a escasos centímetros de mí sigue sonriendo. Ya no bailamos, estamos quietos en medio de esa pista de baile llena de gente. La miro perplejo, esperando alguna reacción por su parte, sin poder despegar mi mirada de esos ojos. Pasa su mano por mi pelo, despeinándolo suavemente. ¿Qué está haciendo? Suelto una carcajada. De repente, sin esperármelo, me atrae hacia sí, dándome el mejor regalo de la noche. Es como la señal que reciben los perros cuando sus dueños les dicen que vayan a buscar el juguete que les han lanzado. Nuestras bocas chocan bruscamente, provocando una pequeña risa en ella. Ahora, antes de que ella se aleje, sujeto su nuca con firmeza, evitando que se vuelva a apartar. Ella sonríe ante mi ágil movimiento y me da un nuevo beso, esta vez más dulce, pero sin eliminar la tensión que hay entre los dos. Me siento como en una nube a causa del alcohol, pero sumándole lo que ella me hace sentir en este instante. Los besos no cesan, cada vez son más intensos, ella se percata de lo que puede pasar si la cosa no acaba y se aparta un poco, jadeante. La observo, sabiendo lo que está pensando. Intento suavizar la situación.
-¿Qué ocurre?- la acerco a mí de nuevo y la miro, preocupado.
-Nada, sólo que creo que esto se nos está yendo de las manos- intenta dibujar una sonrisa, pero no puede.
-Si tú no quieres que pase nada, no va a pasar nada- sonrío, mirándola a los ojos.
-¿Y tú?- la pregunta me pilla desprevenido, no me la esperaba.
Ella al ver que no respondo se lanza sobre mí y me vuelve a besar intensamente. ¿Esto qué significa? No necesito buscar la respuesta, enseguida la encuentro.
Ella me lleva, casi a rastras, sin dejar de separarse de mis labios. Escucho como intenta abrir una puerta y abro un poco los ojos. Sin pensármelo dos veces, me dejo llevar entre los brazos de Giulia.

3 comentarios:

  1. Holaa! gracias por felicitarme por twitter =)
    Hay una nueva entrada con mis regalos de las bloggers... Me ha enganchado el capitulo, que tal Buenos Dias Princesa? ¿te esta gustando?
    Un besote

    ResponderEliminar
  2. ¡Que fuerteeeeeeeeeeeeeeeeeee! oh, dios mío, queee??? espera, ¿QUÉEEEE? #Madremía (habría que poner) jajajajajajajajaja me has dejado de piedra, IMPRESIONANTE, enserio, increíble, sube pronto, necesito saber máaaaaas jajajajaja un beso muy grande, :O ;)

    ResponderEliminar
  3. Sé que habías dicho quien era Giulia pero ahora no me acuerdo de ella :S
    JAJAJAJA, mi graaan memoria.
    Besos, Amanda.

    ResponderEliminar