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lunes, 21 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 57




Ya en un piso en Milán (Giulia)

Entramos en su casa. No es muy grande. El recibidor da al comedor, que está junto a la cocina y luego hay un pequeño pasillo, supongo que para la habitación y el baño. Darío me da un beso en la mejilla y enciende la luz del comedor. La decoración es moderna y muy bonita. Aunque en estos momentos no puedo pensar en eso, mi cabeza está en otra parte, o mejor dicho, está pensando en lo que puede pasar.
Nos sentamos en el sofá y nos miramos en silencio, tímidos.
-¿Quieres algo?
-Bueno- sonrío. 
Darío se levanta y va hacia la cocina. Saca un par de botellas, una de J&B y otra de vozka.
-¿Qué prefieres?- me enseña las dos botellas de cristal.
-Vozka por favor, con lima.
-Perfecto- sonríe, dándose la vuelta para prepararlo.
Le observo y siento un cosquilleo en el estómago. ¿Qué me pasa? Me siento como cuando tenía quince años, hacía tiempo que no me sentía así.
Darío se separa de la encimera y me sonríe, acercándose de nuevo al sofá. Me pasa mi vaso de tubo, se sienta muy cerca de mí y apoya el codo en el respaldo. Doy un trago sin dejar de mirarle y sonreímos a la vez.
-Estás muy guapa- me ruborizo.
-Darío- le miro, molesta, dejando mi vaso en la mesa. Odio que me hagan cumplidos.
-Es verdad, no sé por qué te enfadas, sólo he dicho la verdad- se bebe medio vaso de un trago y lo deja sobre la pequeña mesa de cristal que hay delante.
Nos miramos un par de veces más hasta que enlaza sus dedos con los míos. Me sonríe y me pierdo en sus ojos color avellana. Sujeto con mi mano libre su nuca con cuidado y lo atraigo hacia mí. Posa su mano en mi espalda y me besa apasionadamente. Siento sus labios sobre los míos y saboreo el J&B en su lengua. 
 
 
En casa de Pablo (Aroa)

Pablo me deja entrar delante de él e intento percibir algo en la oscuridad, pero no veo nada. De la mano, me lleva hasta un lugar más amplio, iluminado por la escasa luz que entra por un gran ventanal. Enciende la luz, rompiendo con la oscuridad de la noche. 
Pablo entra en el dormitorio que hay justo a mi lado y observo la habitación. Hay una cama de matrimonio en un rincón y un escritorio en el lado opuesto. Me apoyo en el marco de la puerta, sin saber si entrar o no. Abre uno de los cajones del armario que hay empotrado en la pared y saca una camisa blanca. 
-Puedes entrar, eh- ríe, observándome mientras se desabrocha los botones de la camisa manchada, uno a uno.
Sonrío, entrando y sentándome en la cama. Estoy muy nerviosa. Tengo miedo de que la cosa pueda acabar como podría terminar. En una habitación, los dos solos, por la noche. Trago saliva mientras veo cómo se deshace de la camisa, lanzándola al suelo. Algo se despierta dentro de mí. Tiene un torso perfecto, los abdominales bien trabajados, al igual que la espalda y los brazos. Siento un cosquilleo diferente y me imagino con él. Me culpo por ello. Se gira y me mira, sonriendo. En su costado izquierdo tiene un tatuaje, empieza en el pecho y baja más allá de lo que deja ver el pantalón. Son unos dibujos extraños, pero el tatuaje es impresionante.
-Qué bonito el tatuaje- sonrío-. ¿Cuándo te lo hiciste?-inicio una especie de conversación incómoda.
-Hará ya tres años o así- se sienta a mi lado, mientras se intenta poner las mangas de la camisa. 
-¿Por algún motivo?
-No- ríe-, tenía ganas de uno, eso es todo.
-Te debe de haber dolido mucho.
-No te voy a mentir, la verdad, sí, dolió, pero valió la pena. 
-A mí me gustaría hacerme uno también. 
-¿Ah sí? ¿Dónde?- me mira curioso.
Le señalo mi hombro y él posa su mano en él. Me giro para mirarle y sonríe.
-Debes estar segura-. No entiendo bien a qué se refiere, espero que sea al tatuaje.
-Cuando me dé un arrebato me lo haré- sonrío.
-Me encantas- me mira, buscando mis ojos. Me ruborizo sin poder evitarlo. Le miro, agachando la cabeza, no soporto que me digan piropos, siempre me pasa lo mismo-. Lo digo en serio, no me mires así, me encantas, de verdad- entrelaza nuestros dedos y me pierdo en sus ojos oscuros. Siento algo dentro de mí que necesita salir, manifestarse.
-Te quiero- susurro firme, muy cerca de su boca. Necesitaba decírselo.
-Yo te quiero más y te lo demostraré las veces que haga falta- nos miramos con un brillo especial, no puedo apartar la mirada de esos grandes ojos que me han vuelto loca. 
-Bésame- digo casi en un suspiro. Estoy deseando que lo haga, le miro, esperando a que dé el paso.
Me mira serio, como en el concierto, pero no está tenso, sólo algo indeciso. Le sonrío y él también lo hace. Me quita todos los nervios que tenía, sólo él sabe cómo hacerlo con una simple sonrisa. Pasa su mano por mi brazo, subiendo hasta mi cuello, y se aferra a mi nuca dulcemente, acercándome a él. Nos miramos una vez más a los ojos antes de fundirnos en un beso. Nuestros labios se encuentran y se juntan a la perfección, somos el uno para el otro, no hay otra explicación. Sujeto el cuello de su camisa, todavía desabrochada y lo acerco aún más a mí. Siento un cosquilleo por todo el cuerpo cuando noto el roce de sus labios por mis comisuras, bajando por mi barbilla, hasta llegar a mi cuello. Entreabro los ojos y sonrío, cerrándolos de nuevo. Me encanta este chico. Se detiene y siento su respiración en mi oído.
-Te quiero- susurra de una forma especial. 
Tengo ganas de gritar, de decirle al mundo lo feliz que estoy. Le quiero, le quiero, ¡le quiero! Se aparta un poco y me mira a los ojos. Me pierdo en esa mirada oscura, soltando un pequeño suspiro. Le contesto con un beso en los labios, uno de esos besos que lo dicen todo, sin necesidad de palabras. Nos besamos con más intensidad y nos recostamos en el colchón. 

1 comentario:

  1. Me encantan Pablo y Aroa, de verdad, es que son tan...No sé como explicarlo.
    Y Darío, emborrachando a la muchacha, no le saca una Coca-cola ni na...

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