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lunes, 28 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 58




A quilómetros de allí (Giulia)
 
Me dejo llevar entre sus brazos en ese sofá. Sujeto sus hombros con fuerza a la vez que Darío me hace suya. Me besa con firmeza, ahogando un gemido mío en su boca. Muerdo su labio inferior, pidiéndole más. 
 
En una habitación de Barcelona (Pablo)
 
Me estremezco al sentir su piel en mis manos. No sé qué hacer porque no quiero que piense que sólo quiero sexo con ella. Ella me encanta, pero no quiero sólo eso con ella. Además, ¿y si no quiere llegar hasta ese punto? ¿Y si todavía no está preparada? ¿Y si es muy pronto? No quiero forzarla, la decisión la debe tomar ella. Me aparto un poco de ella para mirarla a los ojos, pero ella me lo impide, mordiéndome el labio. ¿Eso qué quiere decir? Me estoy rallando demasiado. 
 
 
En un coche aparcado al lado de un portal (Davide)
 
Suspiro. He perdido la noción del tiempo. ¿Qué hora debe ser ya? Buf. No quiero volver a casa y encontrarme con mi hermano. La he cagado, pero realmente no me arrepiento de haberlo hecho. Me fastidia por Mara, que ahora estará hecha polvo. Esta chica desde que la vi en la casa de la montaña me atrae, me gusta mucho, así que no me arrepiento. No sé qué va a pasar ahora. Si mi hermano se entera habrá bronca seguro. Y sé que la que peor lo pasará será Mara, perderá al chico que quiere por un capricho que ha tenido conmigo, aunque me cueste decirlo. Yo lo sé, sé que no le gusto, que está enamorada del capullo de mi hermano, me duele, pero debo aceptarlo. No sé qué hacer. Me revuelvo el pelo y me dejo caer sobre el volante, buscando alguna solución. Me siento fuera de lugar. ¡Yo no puedo hacer nada! No puedo decidir si decírselo a Carlo o no, yo no puedo, sólo lo debe decidir Mara. Me siento inútil. No debería ni haber quedado esta noche con ella, he acabado perdiendo yo. El que siente soy yo. ¡Mierda! ¿He dicho que no me arrepiento? Una mierda no me arrepiento. No voy a negar que me haya gustado, pero hubiese preferido que hubiese ocurrido en otra ocasión, sin que mi hermano estuviese en medio. 
 
Entrando a casa (Mara)
 
Abro con cuidado, seguramente mis padres ya estarán en casa. Está todo oscuro. Me quito los zapatos y avanzo de puntillas, intentando no hacer ruido. Abro la puerta de mi habitación y entro rápido. Enciendo la luz y me ciega. Parpadeo varias veces hasta acostumbrarme. Saco el pijama del armario y lo dejo sobre la cama. Me acerco al espejo y me observo detenidamente. ¡Soy una puta! Odio mi aspecto despeinado, mi cara de arrepentimiento. El pantalón, todavía desabrochado, cómplice de lo que ha ocurrido hace un rato. ¡Soy una puta! ¡Me odio por ser así! La he fastidiado. Hoy Carlo me ha pedido otra oportunidad y mira de qué forma la he usado. Mierda… No sé qué voy a hacer ahora. ¿Debería contarle a Carlo lo ocurrido? Sí, debería hacerlo, pero le perderé para siempre. No quiero perderle, pero me lo merezco, merezco sufrir. No sé cómo se lo voy a decir.
 
 
Lejos de allí, en un apartamento (Aroa)
 
Siento las yemas de sus dedos recorriendo mi vientre a la vez que me besa el cuello. Me estremezco al sentir sus labios sobre mi piel. 
-Aroa, ¿quieres que…-comienza a decir Pablo, pero es interrumpido por una melodía procedente del bolsillo de su pantalón. Da un salto y se aparta un poco-. Es el mío, perdona-. Saca su móvil y observa la pantalla, luego me mira avergonzado.
-Cógelo- susurro con la voz entrecortada, todavía tumbada en la cama. 
-Es Javi- se levanta y descuelga-. ¿Sí?
 
 
En esa misma habitación (Pablo)
 
-Eh, tío, ¿qué estás haciendo que no vuelves?
-Eh- hago una seña a Aroa, para que espere allí y salgo de la habitación-. ¿No tenías otro momento para llamar?
-¡Ah, joder! ¿Estás con ella?
-Sí, gracias por fastidiar.
-Perdona- suelta una carcajada.
-¿Qué quieres?
-Nada, tío, sólo era para saber si vas a venir otra vez. Laia me ha preguntado si ya tienes su número.
-Mierda, no me he acordado, mañana me lo das, ¿vale?
-¿Entonces no vas a volver?
-No, tío.
-Vale, pues mañana te paso el número.
-Vale, gracias, adiós.
-Adiós- cuelgo.
 
Vuelvo a entrar a la habitación. Aroa está sentada en el borde y me mira indecisa. 
-Perdona, Javi, que es imbécil.
-Ah- susurra. Se le suben los colores-. Creo que debería irme ya.
-Si es por…- no me deja terminar.
-No- me corta-. Es que es tarde- se pone de nuevo el vestido.
-Te llevo a casa.
-No hace falta- me observa mientras me pongo la camisa limpia.
-No te lo he preguntado, te llevo a casa- sonrío.
-Vale- sonríe, saliendo de la habitación. 

Salimos del apartamento y entramos al coche, en silencio. 
-Me encanta cuando te pones así- la observo.
-¿Así cómo?- se ruboriza.
-Así, cuando te sonrojas y te pones tímida.
-Soy así- agacha la cabeza.
-Pues entonces me encantas tú- me mira de reojo y le sale una sonrisita.
-Anda, calla- me da un golpecito en el hombro.
Suelto una carcajada y arranco el coche.

1 comentario:

  1. ¡Qué monos que son Aroa y Pablo! ^_^ Ojalá Mara no lo tuviese que pasar tan mal, pero no quería hacerlo, no sabía lo que hacía..., pero lo hizo. No creo que esté bien, pero tampoco es para hundirse así, ¿no?

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