Traducir

martes, 7 de mayo de 2013

Amarrado a ti Capítulo 71




-Supongo que sí-suspira, levantándose, pero la detengo cuando intenta dar un paso adelante. Me mira confusa al ver mi mano sujetando su muñeca.
-Sonríe, por favor- sonrío y ella también lo hace, recogiendo un mechón de pelo detrás de su oreja-. Así, mejor- y la suelto.
La veo irse y desaparecer por la puerta y me dejo caer en la cama. Recuerdo a la chica de este verano. Mara, bonito nombre, ese acento italiano cerrado intentando pronunciar palabras en español, esos besos en la playa, en fin, un tiempo agradable. Da pena ver cómo pasan los días, demasiado rápido para mi gusto, y siento que se me va todo de las manos, que el tiempo se me escapa en un suspiro y no lo puedo evitar. 
Hacía dos años que no veía a Laia y es como si todo este tiempo que ha pasado se hubiese cancelado y ella no se hubiese ido nunca. Siento un sentimiento hacia ella extraño, melancólico, algo que llevo dentro desde hace mucho tiempo. Quizá sigo todavía enamorado de ella y no me había dado cuenta, pero, ¿realmente estoy a tiempo? No, ya tuve la oportunidad y se acabó, no puedo vivir de los recuerdos, hemos cambiado los dos, no lo parece, pero sí, los sentimientos se han ido apagando, aunque todavía quedan cenizas de ese fuego que hubo entre los dos. 
-¿Quieres salir?- dice poniéndose el abrigo.
-¿Ahora?- me reincorporo en la cama.
-¡Claro!- abre la puerta, esperando una respuesta.
-De acuerdo- me levanto, cojo mi chaqueta y salgo por la puerta con Laia.
Bajamos las escaleras hacia la calle, ella por delante de mí y una vez abajo el viento nos da un golpe seco en la cara, sobre todo a mí, quitándome la tontería que llevo encima.
-¿Adónde vamos?
-A comernos un gofre- sonríe, tapándose las orejas con el gorro.
-¡Pero si ya pronto es hora de comer!- río.
-¿Quién lo dice? ¿Quién dice que hay que comer al mediodía y no a media tarde?
-Eh, no lo sé, pero es lo más normal, ¿no crees?
-¿Normal? Pues entonces seremos dos raros comiendo un gofre.
-Invitas tú, ¿no?- la observo ilusionada.
-Te recuerdo que yo soy la invitada- ríe recalcando las palabras.
-Te recuerdo que tú eres quien quiere comerse un gofre- imito su tono de voz de forma muy aguda.
-Gracias por invitarme- mira al frente, ignorando mi última frase y aguantándose la risa.
-Ah, de nada, chica- esbozo una sonrisa ante la estúpida conversación que estamos teniendo.
Caminamos por las ramblas después de mucho andar  por las calles y llegamos a un puesto ambulante de gofres. Hay una gran cola que llega hasta mitad de la calle.
-¿Ves cómo no es tan raro comer un gofre a estas horas?
-No es raro, sólo que hay muchos locos como tú.
-Estaré loca pero te diré un secreto: las mejores personas lo están- imita esa frase del cine, sonriendo de par en par.
-¿Pablo?- escucho una voz femenina detrás de mí que me cuesta reconocer.
Me giro y me sorprendo al ver a la chica que acaba de llamarme. Sus ojos se desvían para observar a mi acompañante y rápidamente hace una mueca de confusión. Me mira interrogante, esperando una respuesta por mi parte.
-Hola, Lucía, ¿cómo estás?- contesta con un seco “bien”, esperando que siga hablando-. Te presento a una amiga, Laia. Laia, ella es una compañera de la universidad- las dos se saludan con dos besos en las mejillas.
Lucía se gira dando media vuelta y busca algo con la mirada, nerviosa.
-Tía, perdona, me he parado mirando un escaparate- dice una dulce voz detrás de ella, algo ajetreada por algún esfuerzo aparente.
-Eh, no, no pasa nada- susurra, esperando su reacción cuando me vea.
La chica de pelo oscuro sale de su escondite y se deja ver, colocándose al lado de su amiga. 
 
Al lado del puesto ambulante de gofres (Aroa)
 
Alzo la vista y tardo en reaccionar. Acabo de venir corriendo desde un escaparate y ahora no acabo de entender qué ocurre. Nada más llegar, Lucía me ha dedicado una mirada de alarma, preocupada, pero no entendía el por qué. Ahora sí, me encuentro con unos grandes ojos oscuros mirándome sorprendidos, que reconozco a simple vista. Al momento reparo en lo demás. Esa chica de la fiesta está ahí, a su lado, mirándome con cara de circunstancias. 
-¡Hola, qué bien verte! – se me acerca Pablo con una sonrisa de oreja a oreja, aunque lo noto algo tenso, quizá por la situación. 
-Buenas- sonrío, abrazándole y dándole un corto beso en los labios. Me separo un poco de él y saludo con dos besos a la chica morena que le acompaña, Laia.
Me sonrojo al recordar la noche de ayer y me quedo sin saber qué decir. 
-¿Qué tal?- pregunta Lucía al ver mi reacción.
-Bien, vamos a comprar gofres- responde Pablo, sin darle gran importancia. La chica asiente sonriente, mirándole- ¿Vosotras?
-Muy bien- intento sonreír, observándoles, se nota que tienen mucha complicidad. Siento algo dentro de mí, pero no le presto atención.
-Bueno, debemos irnos, Aroa- dice Lucía, haciéndome un favor. Asiento con la cabeza.
-¿Quedamos esta tarde?- me pregunta Pablo, interrogante.
-Sí, claro- sonrío sin esfuerzo.


Hola, personitas :)
Quiero daros las gracias por vuestros comentarios en la anterior entrada, no me esperaba tantos, además me habéis hecho ver que no soy la única que le ocurren este tipo de cosas. Siempre os estaré agradecida, en serio, os quiero mucho mucho mucho <3

2 comentarios:

  1. Ya quiero maaaaaaaas!!! Que pasa, habrá un final feliz?? o una realidad que no queremos aceptar... Besos linda :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uuuh, eso dependerá de los gustos de cada uno jaja
      ¡Un beso muy muy muy grande Magu! <3

      Eliminar