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lunes, 9 de septiembre de 2013

Amarrado a ti Capítulo 89

-Sí, lo es, pero no puedo más con la incertidumbre que me carcome por dentro, pensé que con el tiempo lo superaría, pero pasan los días y su recuerdo sigue aquí- empiezan a escocerme los ojos y resoplo mirando el techo.
-¿Cuándo vas a volver?- me acaricia el hombro y me aparta el cabello de la cara.
-No lo sé, pronto- trago saliva-, supongo.
-Bueno, va, será mejor que te vayas preparando si no quieres perder el vuelo, aunque yo preferiría que te quedases aquí- suelta una carcajada triste y me da un beso en la mejilla.
-Gracias por todo- la abrazo y me levanto dispuesta a vestirme.
-Bueno, Aroa, te espero abajo, no tardes mucho- anuncia desde la puerta y sonríe para desaparecer al instante tras ésta.
Me miro en el espejo e intento sonreír también. 
-Va, Aroa, no seas tonta, tienes delante de ti la gran oportunidad de volver a verle, adelante, arriesga- me digo a mí misma dispuesta a llevar a cabo mi decisión.
 
 
En un portal de Milán (Carolina)
 
El frío se cuela sin piedad por mis leotardos marrones y congela mi piel. Me observo en el reflejo de la cristalera del portal de mi casa. Mis piernas han adelgazado en estos últimos meses, pero no lo suficiente, voy a tener que cambiar el método. La falda oscura tejana es muy bonita, me la compré en las últimas rebajas, aunque ahora queda bastante más desahogada que al principio. Mentiría si dijese que no estoy orgullosa de mí, lo estoy, mis caderas ya caben en una 36, pero una sensación muy extraña lleva apoderándose de mí últimamente, como si todo el esfuerzo fuese en vano, como si estuviese engañándome a mí misma. 
-Hola, Carolina- saluda tras de mí su voz, sacándome de mi ensimismamiento. 
Él fue la causa de todo.
-Hola- respondo, girándome para hacer real el reflejo del cristal.
-¿Cómo estás?- espera a que me ponga a su lado y empezamos a andar rumbo al hospital.
-Estoy como podría estar cualquier adolescente a las ocho de la mañana sabiendo que su amiga está al borde de la muerte- susurro mirando al infinito.
-Oh, vale, veo que no estás muy de humor… Perdona- resopla Carlo.
-Buf, no, lo siento yo, es que… Ya sabes, no… No es fácil, ¿sabes? Todos dicen, se pondrá bien, es fuerte, sí, perfecto, pero, ¿y si el puto destino decide fastidiarnos la existencia?
-No va a pasar nada malo, se pondrá bien- sentencia, apretando los dientes.
-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro de ello?- siento cómo mis ojos se humedecen.
-¡Hostia, Caro! ¿Acaso crees que para mí es fácil? ¡Pues no, ¿vale?! ¡No es nada fácil ver que la chica a la que quieres está muriéndose! ¡Así que, por favor, deja de ser tan egoísta!- grita fuera de sí.
-¡¿EGOÍSTA?! ¿Estoy siendo egoísta?
-Caro, mira…
-¡NO! Que sepas que te perdoné por todo lo que acababa de ocurrir, ¡tú me engañaste!
-Creí que eso ya estaba olvidado…- murmura.
-Carlo, yo perdono, pero no olvido, y lo que me hiciste me ha costado mucho asimilarlo. Y encima que te perdono y hago como si no hubiese ocurrido nada porque sabía que estabas mal, ¿ahora vas y me dices que soy una egoísta? No eres el más indicado.
-¿Qué estás insinuando?
-Mira, déjalo, no estoy con ánimos para seguir discutiendo, y menos contigo.
-Bien.
-Bien- repito.
Caminamos en silencio, sin mirarnos. Sé que me he precipitado, que no debería de haber saltado tan a la ligera, pero ese comentario sobraba. No creo que precisamente yo esté siendo egoísta.
 
 
En una habitación de Barcelona (Pablo)
 
Miro al techo, pensativo. No estoy seguro de haber hecho bien, la imagen de Aroa me persigue sin poder evitarlo. ¿Qué tiene esa chica? Todo, menos pasión por mí, o tal vez sí la tiene, pero no la suficiente para que lo nuestro funcione. 
En cambio, no es ella con la que he estado toda la noche. No es ella con la que me he acostado, no es ella a la que le he hecho el amor. Sino Laia, mi mejor amiga Laia. Quién me iba a decir a mí que iba a ser capaz de algo así… Ahora todo es tan confuso…
Siento su mirada en mi costado y tengo miedo de corresponderla, no sé qué cara poner. 
-Te arrepientes, ¿cierto?- sonríe triste ella, apoyada en mi pecho.
La miro a los ojos, intentando responder a su pregunta, pero no puedo decir ni que sí ni que no, mentiría. No encuentro las palabras adecuadas, así que me limito a suspirar, volviendo la mirada hacia el techo.
-¿Vas a ir a hablar con ella?



¡Hola, personitas! Lo sé, no estoy colgando muchas entradas últimamente, no tengo tiempo... Me estoy preparando para el curso que está a punto de comenzar y estoy dejando esto un poco de lado... Intentaré que todo vuelva a la normalidad. ¡Muchísimas gracias por el premio, Milibroteca! Estoy muy contenta, ¡ya somos 215! 
¡Un beso muy muy muuy grande! <3

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