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lunes, 10 de marzo de 2014

Amarrado a ti Capítulo 114

Siento no haber publicado ninguna entrada estos días, espero poder hacerlo esta semana, ¡un beso muy muy muuy grande! <3

En un local de Milán (Carolina)

-Me alegro de que al final hayas decidido venir conmigo –sonrío mientras me pierdo en esos ojos azules.
-¿Por qué no iba a venir? –me rodea la cintura con sus brazos y se me nubla la mirada.
-No lo sé, pensaba que no querrías porque he quedado con Mara y Carlo…
-No digas tonterías, claro que quiero, me gusta estar contigo, te lo digo muy en serio, donde sea y con quien sea… -me mira fijamente y me estremezco-. Me gustas, Lina, me gustas mucho…
-¡Chicos! –ese grito ahoga el romanticismo que se había apoderado de Andrea y nos separamos un poco con torpeza. 
Mi mejor amiga lleva una trenza al lado y un vestido negro de manga larga, y va acompañada del chico del que tanto tiempo he estado enamorada. No puedo negar que aún existen las cenizas de ese sentimiento… Pero ya no es lo mismo. Nos damos dos besos y Carlo le da la mano a Andrea.
-Encantado.
-Así que él es el chico del que me hablaste –me comenta Mara en voz baja. Asiento dulcemente mientras le observo.
Carlo y Andrea rápidamente comienzan a hablar sobre fútbol y mi amiga y yo retomamos la conversación.
-Parece buen chico –me confiesa ella.
-Lo es, a primera vista me pareció un cretino, pero me ha ayudado mucho…
-¿Cómo os conocisteis?
-Feas -Carlo se anticipa, acabando con nuestra conversación-, dice Andrea que conoce una discoteca por aquí cerca que está genial, ¿qué os parece? ¿Vamos?- Miro a Mara y ésta se encoge de hombros, conforme.
-Está bien –sonrío.
Y salimos del local. Me alegro de no haber tenido tiempo para responder a la pregunta de Mara, es demasiado complicado explicarle todo lo ocurrido… Me estremezco al recordar el instante justo antes de que llegase el metro, la angustia final y el sobresalto al creer que me caía. 
-¡Ah!- grito, asustada, al notar de repente unas manos sujetándome por la cintura. No me lo esperaba.
-¿Te has asustado? –ríe, Andrea, divertido.
-Sí… 
-¿En qué pensabas? –le miro un segundo y suspiro, cogiendo fuerzas.
-En todo lo ocurrido estos últimos días…
-Ah, bueno, lo entiendo, sé que soy difícil de sacar del pensamiento –le miro con descaro, sarcástica por lo que acaba de decir y sonrío inevitablemente-. Sé que me quieres –suelta una carcajada.
-¿Cómo estás tan seguro de ello? –río.
-Bueno, tal vez me he pasado diciendo eso, pero algo sientes, no me lo puedes negar –me rodea la cintura con sus brazos y yo hago amago de apartar el rostro en broma-. Qué tonta eres –sonríe, sujetando mis caderas con sus dedos dulcemente.
Carlo y Mara caminan delante y no se han percatado de la escena. Mientras, Andrea aprovecha que estamos solos para robarme un beso. 
-No te acostumbres –sonrío.
-No me acostumbro, aprovecho cuando estás distraída –me mira fijamente.
-Pocas veces lo est…-me roba otro beso mientras hablo-, estoy –le miro con desaprobación.
-Vamos, Lina, ¿cuándo te dejarás querer?
Eso mismo me pregunto yo. ¿Cuándo me dejaré querer? Lo sé, tengo miedo, mucho miedo a pasar otra vez por lo mismo…
 
No muy lejos de allí (Carlo)
Me ha caído bien ese chico. Es mayor que nosotros, mayor que ella… Pero parece buen tío. Espero que no le haga daño… Suena irónico, ¿no? Yo fui el que la rompió, el que se aprovechó de ella… Y me arrepiento muchísimo de lo que hice. Espero que este chico sepa cuidar de ella, no como yo…
-¿En qué piensas? –Mara entrelaza nuestros dedos mientras caminamos.
-No lo sé, en todo…
-No te entiendo –apoya su barbilla en mi hombro y me mira. Niego con la cabeza.
-En todo el daño que he causado…
-Carlo… El pasado, pasado es, no pienses más en lo ocurrido…
-Es que no puedo evitar pensar en todo el daño que os he hecho a las dos… No quise jugar, no me di cuenta de nada.
-Déjalo, te hemos perdonado, y eso es lo importante –me da un beso en la mejilla y suspiro, tranquilizándome.
-Ya, pero no es tan fácil… Me arrepiento muchísimo de lo que he hecho, he sido un capullo.
-En eso tienes razón –suelta una leve carcajada para romper la tensión-. Pero no te martirices, disfruta –sonríe-. Ahora que lo pienso, mañana hay clase…
-Cierto… Pero prefiero pasar la noche contigo a estar mañana frente a un libro –sujeto sus mejillas con cuidado y la beso dulcemente.
-Te quiero… -susurra.

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