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martes, 1 de abril de 2014

Amarrado a ti Capítulo 117

Por las calles de Milán (Giulia)
 
Su brazo rodea mi cintura y me atrae a él, tranquilo, mientras caminamos por las calles, sin un rumbo concreto. No entiendo cómo he llegado a sentir tanto por alguien. Había creído que le perdería con la llegada de su antigua amiga, pero finalmente se ha quedado a mi lado. Había tenido muchísimo miedo, jamás he querido tanto a un chico y ahora que se ha hecho realidad ni siquiera me lo creo. ¡Quién me diría a mí que un lío de una noche acabaría así! Pero realmente no empezó así, ya nos habíamos visto en la universidad, pero nunca me hubiese imaginado que le tendría entre mis brazos. 
Llegamos a un parque y vamos directos a los columpios después de conectar con una mirada cómplice.  Me siento en su regazo y nos balanceamos lentamente, al ritmo del dulce viento que esta noche está dispuesto a enfriarnos las mejillas. 
Miro a Darío fijamente a escasos centímetros de mi rostro y me ruborizo. A veces me encantaría saber qué piensa, qué se le pasa por la cabeza en momentos como éstos. Acto seguido, sonrío de oreja a oreja.
-¿Qué pasa? ¿Qué tengo? –empieza a inquietarse de tanto silencio y se toca la cara en busca de alguna anomalía.
-No, nada –sonrío.
-Vamos, ¿qué tengo? –insiste, ya preocupado.
-Qué idiota eres- río, pero al momento me pongo seria.
-Eh, ¿me vas a contar qué pasa?
-Que me asusta quererte tanto, Darío. No te quiero perder… -me muerdo el labio, nerviosa.
-Yo también te quiero –me besa con un movimiento rápido-, mucho –y me besa de nuevo-, mucho –y repite su acción una y otra vez hasta que consigue hacerme reír.
Me aparto y sigue dándome besos en la mejilla y río a carcajada limpia. Me levanto corriendo y sigo por todo el parque, perseguida por ese chico que me encanta. Escapo de sus brazos una vez me atrapa y sigo corriendo, hasta quedarme sin aliento.
-Me ahogo –río, dejándome caer sobre el césped, y Darío se sienta a mi lado.
-¡Qué poco aguante!
-Oh, vale, futbolista, perdóname por no ser tan profesional –me cruzo de brazos, intentando parecer indignada.
-Estás perdonada- hace caso omiso a mi pose de enfado, se acerca poco a poco a mí y me besa dulcemente. Me dejo llevar por la emoción del momento e intento acompasar nuestros latidos, que van a mil por hora. 
 
 
En una discoteca de Milán, no muy lejos de allí (Carolina)
 
-¿Nos vamos ya? –comenta Carlo y los demás asentimos, conformes. 
-Yo tengo el coche donde hemos cenado, ¿queréis que os lleve a casa?
-Oh, nosotros nos vamos andando, que vivimos cerca -comenta Mara, intentando que Andrea y yo nos quedemos solos-. Caro, tus padres se piensan que te quedarás a dormir en mi casa, así que no aparezcas por la tuya, que ya he hablado con ellos –miro a Mara con los ojos abiertos como platos y ésta me lanza un beso.
-¿Qué vas a hacer? ¿Quieres que vayamos a tomar algo a mi piso? –me comenta Andrea, sin malicia.
Me ruborizo de inmediato al pensar en lo que podría ocurrir allí, pero intento relajarme. Mara me tira del brazo y me acerca a ella bruscamente.
-Disfruta –me guiña un ojo y se aparta, yéndose de allí abrazada a Carlo.
-Te voy a matar –gesticulo, mirándola.
-¡Adiós!
-¡Adiós! –nos despedimos al unísono.
Nos alejamos de ellos, caminando hacia el restaurante donde estábamos antes. Mis tacones tintinean sin reparo por esas calles, rompiendo el silencio que se ha creado entre los dos. ¿Cómo puedo llegar a ser tan tímida? Me siento estúpida al no saber qué decirle ahora. ¿Y vamos a ir a su casa? ¡Oh, Dios mío! Que alguien me salve… Va a ser lo más incómodo que voy a hacer en toda mi vida. 
-¿Te gusta Carlo? –pregunta de improviso. 
Me giro sorprendida hacia él, sin esperarme esa pregunta. ¿Quién debe de haberle dicho eso?
-¿Por qué me preguntas esto?
-Me ha dado esa impresión… No sé, la manera en cómo le mirabas –enciende un cigarro.
-Es complicado…
-No debería… O te gusta o no te gusta… -se encoge de hombros.
-Verás –resoplo-. Yo… yo siempre he estado enamorada de Carlo… Todo ha pasado muy rápido… Carlo y yo hemos estado juntos unos días, pero él siempre ha querido a Mara y ellos habían estado juntos en secreto. Eso y el accidente me han hecho darme cuenta de que debo olvidarme de él, que no es para mí. 
Andrea da una calada a su cigarro y sigue caminando, pensativo y asimilando lo que le he dicho. Por favor, no quiero que se enfade conmigo…
-¿No es incómodo?
-¿Incómodo? -Pregunto sin entender.
-Sí, o sea, que estéis todos juntos a pesar de todo…
-Me he propuesto que no lo sea, porque mi amistad por ellos está por encima de cualquier sentimiento.
Se encoge de hombros, conforme, y sonrío al observarle. Somos tan distintos… Llegamos al coche y entramos. 

1 comentario:

  1. que hermoso, como me encantan tus capitulos :))) son tan tiernitos♥
    Un besito guapa

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